En la recta final del 2023, el delantero peruano Alexander Succar se convierte en el foco de atención al elegir representar a la selección de Líbano en lugar de Perú, basando su decisión en sus raíces asiáticas paternas. A pesar de obtener la aprobación oficial, su participación se ve truncada por complicaciones relacionadas con conflictos bélicos en la región del Medio Oriente.
El estratega croata Nikola Jurčević lideraba el equipo libanés cuando, tras superar trámites administrativos y obtener la aprobación de FIFA, Succar fue convocado para amistosos. Sin embargo, Universitario de Deportes rechaza la convocatoria, citando preocupaciones por la seguridad del jugador en medio de tensiones geopolíticas.
Este rechazo afecta las futuras convocatorias de Succar, quien, a pesar de no figurar en el campamento actual dirigido por el nuevo técnico Miodrag Radulović, aún mantiene posibilidades de integrarse a la selección para la Copa Asiática 2024.
El periodista Samer Al Halabi sugiere que la situación geopolítica, especialmente la guerra en Palestina y Líbano, podría influir en la consideración de Radulović. A pesar de los desafíos, la selección libanesa se enfrenta no solo a retos futbolísticos sino también a las dificultades de entrenar en medio de conflictos constantes.
La Ciudad Deportiva de Beirut, símbolo deportivo y cultural, ha sido víctima de abandono y daños económicos. Las secuelas de la explosión en el puerto de Beirut en 2020 persisten, afectando tanto las instalaciones como el principal estadio del equipo nacional. La imagen desoladora de la Ciudad Deportiva refleja las dificultades que la selección de Líbano enfrenta en su preparación, donde la realidad geopolítica se entrelaza con los desafíos deportivos.