La Universidad de Concepción se encuentra en un momento crucial, pero esta vez fuera del terreno de juego donde aseguró su permanencia en la Primera B. Ahora, las decisiones clave están en el ámbito administrativo.
El destino del club Campanil está en manos del Fondo de Deporte Profesional, encargado de la gestión futbolística, en un proceso que implica directamente a la máxima institución educativa de la región del Biobío, liderada por Carlos Saavedra. Es la universidad la que tendrá la palabra final sobre quién asumirá el control del club.
Bajo un manto de confidencialidad, las negociaciones en el sur del país se desarrollan en completo hermetismo. Los participantes argumentan la existencia de acuerdos de confidencialidad que les impiden ahondar en los detalles de las conversaciones.
A pesar de esto, algunas señales apuntan hacia un momento histórico que marcará el fin de una figura jurídica que ha perdurado durante 29 años. Según las mismas fuentes, hoy resulta impracticable continuar operando como una corporación vinculada a la universidad. Los números simplemente no concuerdan.
Las personas interesadas en tomar el control del club penquista mantienen su participación de manera confidencial, al menos oficialmente. Sin embargo, se han confirmado contactos formales con dos grupos. Uno de ellos está encabezado por el actual presidente de Ñublense, Sergio Gioino, y su socio comercial, Pablo Lecler.
De hecho, dentro del club auricielo se reconoce que ambos asistieron a una reunión con el directorio para presentar un plan de desarrollo para la institución. A pesar de esto, Gioino ha negado su implicación en las negociaciones y ha dejado claro que su enfoque principal es la gestión de los Diablos Rojos.
Pablo Lecler, integrante del grupo 433 junto a Mauricio Valenzuela, no respondió a las llamadas de El Deportivo. La segunda alternativa es bastante inusual. Según información del club, un empresario de Emiratos Árabes Unidos habría participado en la licitación, siendo representado por un chileno que, en la práctica, se encargaría de liderar la dirección del club.
Al tomar la decisión, la Casa de Estudios no solo evaluará la solidez financiera de los interesados, sino que también se esforzará por salvaguardar la imagen del club y considerar los posibles efectos que resultarán de la asignación.