En un dramático giro previo al esperado partido entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial 2026, el capitán Lionel Messi tomó una decisión contundente en medio de la violenta represión sufrida por los hinchas argentinos en los alrededores del Estadio Maracaná.
Durante el violento episodio que tuvo lugar el 21 de noviembre, hinchas argentinos fueron brutalmente agredidos en el Maracaná por aficionados brasileños y por la policía. Después de un intercambio de asientos, la policía local actuó con extrema violencia solo contra los seguidores argentinos, lo que llevó al equipo liderado por Lionel Messi a retirarse en protesta. El caos resultante dejó a dos hinchas en camillas, uno con la cabeza ensangrentada, mientras las imágenes mostraban a la policía golpeando a los aficionados con palos.
Caos en el Maracaná
Durante la ceremonia de los himnos, los seguidores argentinos respondieron ante provocaciones de los hinchas brasileños, desencadenando una violenta respuesta por parte de la policía. Lo que comenzó como una reacción tumultuosa se transformó en una estampida cuando las fuerzas de seguridad agredieron a los aficionados albicelestes.
Los propios jugadores, liderados por Lionel Messi, se acercaron a las tribunas en un intento por apaciguar la situación. A pesar de los esfuerzos, la represión persistió, llevando a Messi a tomar la decisión tajante: “Así no jugamos. Nos vamos”, expresó el capitán argentino, marcando un gesto enérgico y principista en medio de la tensión.
Desorganización y violencia
La organización cometió una seria falla al no asignar un área específica y separada para los hinchas argentinos, dejando expuesta la falta de previsión en la gestión del evento. En contrastes evidentes, en torneos internacionales de clubes como la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana, se implementa regularmente la práctica de ubicar a los aficionados visitantes en sectores claramente diferenciados, ajustados según el equipo rival.
El ambiente del clásico sudamericano no cumplió con las expectativas, y los lamentables incidentes de agresión hacia los hinchas argentinos dejaron una sombra significativa sobre lo que se anticipaba como una celebración deportiva. Estos acontecimientos desafortunados se produjeron apenas semanas después de los ataques sufridos por los seguidores de Boca Juniors en las playas de Río de Janeiro, previo a la final de la Copa Libertadores.