Alexis Sánchez enfrenta otra desafiante actuación con la Selección Chilena, mientras su tolerancia se agota rápidamente. En el enfrentamiento contra Ecuador, siendo el único representante de la generación dorada presente, una vez más se ve eclipsado por la difícil racha que atraviesa.
Fuera de su época dorada, el delantero muestra una falta de alegría al vestir la camiseta de la Roja. Los resultados negativos, la crisis interna y las críticas lo han dejado desorientado. Incluso su ex compañero, Jorge Valdivia, expresó hace poco su preocupación al afirmar que ya no es el mismo ‘cabro chico’ que se sentía cómodo en el campo, y lo ve más cercano al retiro de la selección.
Él tampoco muestra interés en sofocar el fuego. La partida de Eduardo Berizzo fue un golpe difícil de aceptar para él. “Triste, con pena, porque estábamos trabajando bien, lo veía en todos los entrenamientos’, expresó después del empate con Paraguay. Al día siguiente, fue más allá. ‘Estamos acostumbrados a jugar en el Nacional. ¿Cómo no voy a poder jugar en mi estadio? En Juan Pinto Durán hay tres duchas que no funcionan. En el Monumental sale excremento del desagüe y ahí te preguntas, ¿es la selección o un equipo de tercera?”
Llevando consigo todas esas preocupaciones, saltó al campo de Quito y no logró desvincularse. Se enfadó con cada error de un compañero y cuando no eran capaces de comprender su idea y seguir su ritmo. En esta ocasión, ni siquiera los más jóvenes escaparon de sus exabruptos. Durante el primer tiempo, Felipe Loyola y Alexander Aravena fueron los receptores de sus gritos, mientras se le veía cada vez más solo y aislado.
En el segundo tiempo, la narrativa apenas varió. El delantero se desgastó físicamente y sufrió un par de infracciones fuertes, lo que disminuyó aún más su protagonismo. Su tobillo fue la parte más afectada en cada falta, y por unos momentos incluso se temió que tendría que ser reemplazado. No obstante, optó por quedarse en el campo hasta el final. Quizás sea un mensaje claro: por ahora, no tiene la intención de permitir que el barco se hunda sin luchar.